viernes, 30 de diciembre de 2011

El Callejón


Adentrémonos por este antiguo, lúgubre, solitario callejón, en donde es costumbre emborracharse de poesía para combatir la timidez. Allí no hay peor droga que un intrigante libro; de hecho, una vez lo hayas empezado, inhalarás hasta la última de sus páginas sin siquiera darte cuenta.


Allí se trabaja con el sudor de nuestra propia frente no sólo para ganarnos las cuatro migajas de pan; sino también para donar una a los desfavorecidos, vástagos de nuestros ancestros. Esto, naturalmente, no se hace por compasión, sino porque derecho suyo es tres veces al día comer, independientemente de lo que aporten a los mercados. De esa manera, uno puede reposar con la suprema almohada que es la consciencia tranquila tener.


Allí, es costumbre ostentar bellos jardines labrando esos magnos árboles de la amistad. Para que broten, primero, se planta la semilla de la noción; luego, se echa el abono de la correspondencia -imprescindible para que el árbol crezca robusto y no sea derruido por las primeras ráfagas adversas-. Si aún así crece pachucho, un poco de fe, esperanza, comprensión e iniciativa personal nunca vienen mal como medicina. Todo esto, claro está, podando las malas ramas llamadas envidia y autoritarismo ínterin.

Allí podemos hospedarnos cuando queramos: ¡sobran tantas casas! Y si por algún fortuito casual hiciesen falta más, se expandiría hasta transformarse en una megápolis que abarcase todo el planeta. ¡Desconozco palabra alguna para describir tal paraíso! No hay idioma que pueda otorgármelas. Quizás, si evolucionamos guiándonos por el bien, nuestros descendientes lo denominarán “Tierra” u “hogar”, pese a que nosotros, ahora, le llamemos, erróneamente, utopía.

Adentrémonos en este barrio de altruistas, de gente que ama sin esperar nada a cambio. Adentrémonos en este callejón que está en el interior de nuestro corazón. Adentrémonos para nunca salir. ¡Mudémonos!


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Fuente foto: http://www.nachofrutos.es/category/blanco-y-negro/page/2/

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